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martes, 6 de septiembre de 2016

El sistema democrático parlamentario. Una mirada Crítica

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Sin dudas, el sistema democrático parlamentario, hasta ahora es el mejor. El problema son las personas que lo representan. Individuos que no tienen, en su mayoría, una conciencia del bien  común y escasa intención de favorecer a la sociedad que los ha elegidos. Son gentes oportunistas, que han encontrado un medio para engrosar sus egos y sus bolsillos. En un % muy elevado, su moralidad  y honestidad, se encuentran en sus cotas más bajas. Posiblemente el verdadero político del futuro, sea una persona formada en ciencias políticas, con conocimientos de idiomas, estadísticas, economía, etc y una tendencia natural al bien común, cimentado en una callada aureola de honradez  y honestidad, que hoy no se le pide ni se le conoce. Se le perdona su estupidez, falta de responsabilidad con su electorado y la toma de  decisiones;  como si se le hubiese otorgado un cheque en blanco.

No existe la democracia como tal; la que tiene en cuenta al pueblo, sino el imperio de los partidos políticos (Partitocracia), que se mueven por intereses grupales oscuros o personalistas. Hacen lo contrario a lo prometido. Lo peor es que la misma sociedad que los elige, lo sabe; les perdonan su incorrecta actuación, por ser de los suyos, por irresponsabilidad social y  por falta de auto-formación e información  mínima de la actividad política. " No me gusta la política" es la respuesta más común. Equivalente a "no me importa lo que hagan con mis impuestos". No tenemos claro el sentido de pertenencia. No pre-visualizamos la actuación del elegido. Este, pueda llevar a cabo acciones políticas que perjudicarán a toda una sociedad. Pero, eso no importa; son de los nuestros. Se habla de programas, cuando estos casi nunca se han cumplido. Se habla de la Constitución, cuando está sido violada multitud de veces.


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Si aceptamos ser democráticos, deberíamos mirar las cosas de forma diferente.
Sí pasado un tiempo, hechas  las elecciones, la persona o grupo político elegido por nosotros no cumple nuestros objetivos, deberíamos ser fieles a un bienestar común. Si este grupo o persona nos falla, tenemos el deber y derecho social de decidir un cambio o no, en nuestro futuro voto. Como pueblo tenemos derecho y el deber de inclinar la balanza. Hemos de actuar colectivamente para un bien común. Vale la pena volver a gastar unos cuantos euros más ante los millones ya robados. Europa no se va a reír, si democráticamente volvemos a votar y situar a cada uno en su sitio. En todo caso, se estará riendo de la actuación del ciudadano ante el clima de podredumbre política; sin que se hayan asumido responsabilidades desde hace años. Lo que pasa, es que la situación del elector,  es la ya señalada antes. Su indiferencia y seguimiento como rebaño, sumados a la fuerte propaganda gubernamental por televisión, radio y prensa, hasta ahora ha decantado la balanza siempre a su favor. Esta va apoyada estratégicamente por unos cuantos formadores de opinión, que conjuntamente con el Gobierno,  terminan convirtiendo la mentira en verdad tras su repetición mántrica, muy bien calculada.

¿ Cómo se puede dirigir un partido político, sin saber lo que se mueve en sus entrañas?. Todo el que haya  participado en las asociaciones de las barriadas, sabe que esto es imposible. Todo está atado y calculado dentro del partido. Todo dirigente de un partido, que dice no conocer hechos, actuaciones, etc, dentro del mismo, miente y esto es conocido por cualquier militante. Sabe que si se mueve sin autorización , no sale en la foto. Hay la persona señalada para la recaudación de fondos para el partido; pero, también existe el bufete para borrar toda huella incriminatoria. Lo peor es que el pueblo sabe que lo engañan; pero, aunque quiere el cambio no quiere cambiar.   Ante unas nuevas elecciones, el pueblo debería actuar como sociedad responsable. Si hay 8 millones de electores que apoyan al gobierno, hay 16 millones que no lo quieren. Es una realidad democrática. Todo lo anterior no es una utopía como podría pensarse. Hoy día en España no existe el bipartidismo. Ayer esto era impensable. ¡Miedos fuera!.


Fuente: Alfonso Echavez

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