Las ocho tácticas de la gente que, sin valer para nada, consigue lo que quiere.
Los expertos en relaciones laborales no dejan de analizar los comportamientos que tienen los distintos tipos de compañeros de trabajo, las claves para ser el mejor jefe o las reglas básicas para triunfar en una entrevista de trabajo
o conseguir un aumento de sueldo. Mucha teoría que acaba
desconcertándote cuando te das cuenta de que, una vez más, solo logran
sus objetivos esos seres que tantas veces te han puesto la metafórica zancadilla –cuando no literal– para quedar por encima.
Determinar por qué unos y otros no ascienden
en el trabajo debería depender de un factor clave: su valía
profesional. Claro. Deja de reírte y descubre cómo esos compañeros que
sabes a ciencia cierta no saben 'hacer la o con un canuto' son, de
pronto, tus nuevos jefes. Estas son algunas de sus estrategias de persuasión, y, ojo, porque las van mejorando cada día, mientras los demás producís.
1. La omnipresencia es su 'modus operandi'
Da igual si eres uno de los mandamases de tu oficina
o un simple y llano trabajador raso: vayas donde vayas y hagas lo que
hagas estarán en las cercanías, o te vigilarán en la distancia. Al
margen de que tengas que asumir que tu grado de intimidad es nulo y,
como quien dice, hay alguien que sabe cuántas veces has ido al
servicio, los jefes también les ven estar ahí –y ahí, y
allá–, pero, lejos de pensar que son unos acosadores, creen que se
trata de una persona bien relacionada e implicada con su negocio y
plantilla. Y les tienen más en cuenta que al resto de mortales que no
persiguen a sus compañeros. Cuando
quieras darte cuenta, tu colaboración se traducirá en que les estás
haciendo su trabajo. Y sí, si sale mal entonces será tú trabajo
Si eres jefe te ayudarán a limpiar el estropicio generado por el café que se te ha derramado.
Si eres compañero, podrán recordar 'aquel día tan divertido en el que
derramaste la taza de descafeinado'. Están en todo, asúmelo.
2. Se apropian de ideas ajenas
El viejo truco: cuando realizas una propuesta no van a decir que es fantástica,
nunca. Pondrán en duda algunos de tus supuestos y aportarán nimiedades
innecesarias como 'yo movería esa coma ahí' o 'yo numeraría las
páginas'. El 'yo' es importante para que quede constancia de que los
'cambios radicales' que lo van a convertir en un auténtico éxito son
cosa de ellos. Este 'brainstorming'
improvisado lo hacen para ayudarte a mejorar tu idea y, de paso,
convertirse en parte del proyecto para el que no han hecho nada. 'Claro,
yo eso ya se lo dije', será el inicio de su frase cuando los superiores
revisen el 'trabajo conjunto', ya verás. Este
tipo de personas basan su crecimiento personal y profesional en que el
de quienes les rodean sea, a su juicio, peor que el suyo
“Es
absolutamente verdad que las personas confían más en la gente que
conocen en un nivel más profundo, sin importarles en absoluto si su idea
o propuesta merece la pena”, asegura en 'Prevention' Lauren Zander,
experta en relaciones laborales que ha trabajado en importantes
compañías como 'The New York Times' o LinkedIn. ¿A quién conocen más que
al que está metido en todos los ajos?
3. Siempre escuchan, pero de verdad
(iStock)
Esta actitud que en la calle se diría que es de 'porteras',
en la oficina les ayuda a convertirse en los mejores 'topos' para los
jefes. En su omnipresencia divina, asisten a más conversaciones
personales que el mismísimo teléfono de la esperanza. Así, sin que te
des cuenta de cómo ha ocurrido, conocen perfectamente dónde, qué y
cuándo coméis; vuestra dirección postal y la de vuestros familiares;
en qué institutos han estudiado cada uno de los miembros de la
plantilla; número de hijos o posibles problemas de impotencia; edad;
color real de pelo y otros datos más cotidianos como cuántas veces al
mes te has puesto esa misma camisa. Son
cero resolutivos pero salen cada día del hoyo fingiendo que se trata de
un trabajo en equipo perfectamente coordinado por su persona
“Hay que tener en cuenta que las personas no te pueden leer la mente para saber lo que necesitas”, explica Keli L. Knight,
cofundadora de su propio despacho de abogados en Chicago. “Están tan
concentrados en sí mismos que las necesidades de los demás pasan a un
segundo plano”. Menos para ellos, que, gracias a su insistencia en
formar parte de todo y controlar lo que les rodea, son capaces estar ahí
antes de que se acabe el papel de la impresora o quedarse casualmente
hasta más tarde para ayudar en tareas de última hora que no son de su
competencia y dejar deslumbrados a los superiores. No es telepatía,
aunque consigan que lo parezca.
4. Piden ayuda
Hay
que aprender a apoyarse en el resto de compañeros cuando no sabemos
hacer algo, pero para que esto sea algo casual y aceptado con normalidad
quizás deberíamos previamente saber hacer algo. Este perfil de trabajador
es cero resolutivo pero sale cada día del hoyo en el que se ha mentido
fingiendo que se trata de un trabajo en equipo perfectamente coordinado
por su persona. Cuando quieras darte cuenta, tu colaboración se
traducirá en que les estás haciendo su trabajo. Y sí, si sale mal
entonces será tu trabajo.
5. Cuidan su lenguaje (verbal y no)
“La comunicación, tanto verbal como no verbal, es súper importante en cualquier conversación”, apunta Emma Seppälä,
psicóloga de Stanford y autora de 'The Happiness Track', quien recuerda
que en los entornos laborales, y especialmente cuando queremos que los
demás se unan a nuestras ideas y sugerencias, hay que evitar estar a la defensiva o tener un carácter agrio “ya que será menos probable que nadie quiera estar de acuerdo con nosotros”. El
'yo' es importante para que quede constancia de que los 'cambios
radicales' que van a convertir el proyecto en un auténtico éxito son
cosa de ellos
Sonríen y asienten, que se suele decir, para
que no parezca que, mientras 'te están haciendo la cama', quieren el mal
para tu persona.
6. Conocen todo, hasta lo que aún no existe
Quedar siempre bien es su prioridad, pero aún les gusta más quedar por encima.
Este tipo de personas basan su crecimiento personal y profesional en
que el de quienes les rodean sea, a su juicio, peor que el suyo. No son
capaces de admitir que no conocen algo
o a alguien, y si te da por hacer cualquier aportación mundana que está
fuera de su imaginario, dirán que es una tontería, que nadie conoce
'eso' o, incluso, usarán su mítica defensa de que 'ya lo sabían'
mientras hacen uso a escondidas de San Google para salir con la cabeza bien alta de semejante embrollo. Esta
actitud que en la calle se diría que es de 'porteras', en la oficina
les ayuda a convertirse en los mejores 'topos' para los jefes
Demostrar que saben más –o más bien, que el resto 'sabe menos'– es su estrategia para sentirse tan bien consigo mismos y poder ir cada día a la oficina con esa sonrisa de triunfadores que les caracteriza.
7. Pasean
Es raro ver a alguno de estos personajes conocidos como trepas con algo de sobrepeso,
una estética desagradable o un 'look' inapropiado. No es que vayan cada
día al gimnasio y mantengan la alimentación más sana del mundo. Todo se
remite al punto 1: para controlarlo todo, saber cada detalle por bobo
que sea de las vidas del resto de compañeros y dejarse ver por los jefes
durante la jornada, pasean. Y en su recorrido por quedar siempre bien hacen tantos kilómetros que se mantienen en plena forma. Qué cosas.
8. No se dan por aludidos
Expertos en el arte de fingir que las cosas no van con ellos, jamás se les ocurrirá admitir que el despido de fulanita
o la reducción de jornada de menganito pueda estar relacionada con que
ahora ellos ocupan sus puestos. Y así, con todo. De hecho, si eres una
de esas personas y estás leyendo, seguramente pensarás que este artículo
se refiere a otro. Pero no, hablamos de ti.
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