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martes, 24 de diciembre de 2024

El jardi de la memoria


EL JARDÍ DE LA MEMÒRIA.

El desaparecido Cementerio Viejo de Vallparadís, era originariamente un cementerio militar de la época de la Guerra del Francés que el 1809 se utilizó como cementerio civil.





El año 1834 se decide construir un cementerio municipal en los mismos terrenos.



El 1926 se proyectó hacer uno de nuevo a los terrenos de Can Torrella de Mas.

En la década de los sesenta, el antiguo cementerio, fue definitivamente desmantelado, en el lugar actualmente hay un parque. Lo que hoy se conoce como el barrio del Cementiri Vell (Cementerio Viejo).





El Cementerio Municipal de Terrassa dispone de 30.000 sepulturas
para la inhumación de féretros
(nichos, hipogeos, tumbas y panteones) y de cenizas.



Inaugurado en 1932, fue diseñado desde sus inicios como un gran espacio ajardinado con las sepulturas distribuidas de manera que quedaran grandes espacios de jardín. A lo largo de los años, se ha preservado este diseño, destacando las grandes zonas verdes y de bosque. Aparte de una variada tipología de sepulturas (nichos, panteones, hipogeos, tumbas, etcétera), se encuentran nuevas opciones funerarias como "EI Jardí del Repòs", uno de los espacios verdes más bonitos y tranquilos del recinto con un arroyo donde esparcir o enterrar las cenizas en medio de la vegetación, en urnas ecológicas que se deshacen con la humedad. El cementerio también cuenta con sepulturas exclusivas para cenizas, como los columbarios, los nichos-columbario, los columbarios piramidales y el cinerario comunitario.

Destaca por los mosaicos y por los bloques de nichos de dos plantas, que son una solución arquitectónica única y característica de Terrassa. También alberga esculturas de gran interés.

Funerària de Terrassa mantiene contactos de servicios con empresas de inserción laboral y centros de trabajo especial. Por otra parte, patrocina des del año 2003 un ciclo de cine cuyo objetivo es ayudar a normalizar el tema de la muerte entre la sociedad. Desde el año 2014, las entradas comportan la donación de 1 euro, que se dedica íntegramente a entidades sociales.

Destacar que es a dia de hoy el unico cementerio de gestion publica que queda en nuestro pais.


El Templo Multiconfesional es un espacio donde pueden celebrarse ceremonias civiles o religiosas, con aforo para 250 personas. Como está situado en el interior del Cementerio, la familia puede acompañar a pie el féretro desde el Tanatorio hasta el Templo, y luego hasta la sepultura o destino final.











La Funeraria de Terrassa forma parte de la Ruta Europea de Cementerios, y es miembro de la Associació d’empreses de serveis funeraris de Catalunya, de la Asociación de funerarias y cementerios municipales – AFCM y de la Association of significant cemeteries in Europe – ASCE.

sábado, 23 de noviembre de 2024

Los humanos habitaron Vallparadís hace un millón años


 
Terrassa fa un milió d'anys



El parque de Vallparadís (en catalán y oficialmente parc de Vallparadís)​ es un espacio urbano natural ubicado en el término municipal de Terrassa. Su construcción comenzó en 1991, a partir de varios planteamientos previos durante los siglos xix y xx, que culminaron en la redacción definitiva del proyecto por Manuel Ribas i Piera.​ El parque fue declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de España.​

Los primeros hallazgos fósiles en la zona datan de un millón de años; se han descubierto muestras de flora y fauna del pleistoceno en el yacimiento de Cal Guardiola,​ mientras que las primeras evidencias de presencia humana corresponden a la época de los íberos, halladas en el asentamiento de Egosa. Este emplazamiento acabaría conformando Egara, actualmente Terrassa.



El parque tiene forma de «Y» debido a los pasos del torrente de Vallparadís y el torrente de Monner, que confluyen en el conjunto monumental de las iglesias de San Pedro de Terrassa, un patrimonio histórico constituido por un conjunto patrimonial, arqueológico y artístico, pieza fundamental del arte románico en Cataluña. También, en su interior se encuentra ubicado el Centro de Documentación y Museo Textil, una de las principales instituciones museísticas textiles, compuesta por una biblioteca, un banco de imágenes y un fondo de tejidos y el castillo cartuja de Vallparadís, una fortificación —también declarada patrimonio histórico— de 1110, sección principal del actual museo de Terrassa. Además, el parque dispone de diferentes monumentos arquitectónicos de gran importancia como la Casa Baumann, el puente de San Pedro o el puente del Paseo.​

Dentro del parque se hallan diferentes equipamientos —como una piscina de 180 m de largo o un tren a gran escala que transcurre por el centro del parque— y se realizan eventos anualmente, como el pícnic jazz o la fiesta de colores, que atraen a miles de espectadores.

Desde el Neógeno, el parque ha ido tomando su forma de manera natural por la erosión fluvial de las aguas del torrente de Monner y de Vallparadís, formando parte del conjunto de la depresión prelitoral catalana.

Los sedimentos que se encuentran en la zona corresponden al Neógeno y al posterior Cuaternario, y provienen principalmente de la erosión de rocas metamórficas, volcánicas y plutónicas del Paleozóico, y también de rocas terrígenas y carbonáticas, tanto del Mesozoico como del Paleógeno.​


En 1997, a través de una serie de excavaciones arqueológicas durante más de dos años en el yacimiento de Cal Guardiola, se hallaron unos 26 000 fósiles,​ de los que, aproximadamente, 3000 restos correspondían a mamíferos.​ De entre todos ellos, son destacables la presencia de hipopótamos, damas, equus y hiénidos.​​ Otras especies de animales halladas corresponden a varios tipos de proboscídeos, osos, rinocerontes, jaguares, ciervos, macacos, megaloceros, bóvidos y un suido, este último, el único encontrado en Europa Occidental con una antigüedad de un millón de años.​

En lo tocante a la flora, también se han hallado en las excavaciones restos vegetales, de los que cabe destacar dos ejemplares de grandes tamaños con unas dimensiones que sobrepasan los 3 m.​

Proyección como parque

Hasta transformarse en el espacio actual, el parque de Vallparadís ha atravesado varias etapas desde que, en 1346, se asentaron los primeros pobladores en la ya denominada Vallis Paradisi. Los torrentes que ocupaban el parque estuvieron ocupados por varias implantaciones agrarias hasta finales del siglo xix, época en que la ciudad de Tarrasa se vio afectada por las transformaciones del municipio debido a la llegada del ferrocarril en 1856 —en la zona más septentrional del parque— y del primer planteamiento urbanístico por parte de Miquel Curet en 1878.​

Así, en 1895 se adjudicó la construcción del puente del Paseo, considerada la primera estructura moderna del parque, y en 1915 se realizó el primer proyecto de ordenación urbanística, autoría de Josep Maria Coll i Bacardí.​

18 años más tarde, en 1933, se elaboró un segundo planteamiento urbanístico más modesto denominado Pla Viñals pero no fue hasta 1951 cuando se efectuó el Plan General de Ordenación Urbana por parte de la Comisión Superior de Ordenación Provincial de Barcelona. Mientras tanto, en 1942 se solicitó que el castillo cartuja de Vallparadís fuera declarado monumento Histórico-Artístico.

Sin embargo, el Plan General de Ordenación sufrió una serie de modificaciones y no fue hasta 1965 cuando se presentó un nuevo Plan, revisado en 1970, que incorporaba una especial atención a las zonas verdes. Finalmente, en 1972 se aprobó el Nuevo Plan de Ordenación del parque con una detallada delimitación y ordenación.​

Ya con el Plan definitivo, en 1985 se adjudicó el proyecto de redacción del Plan Especial de Vallparadís elaborado por Manuel Ribas i Piera, proyecto que fue ejecutado entre 1991 y 1997 en tres fases de construcción.

En 1999, con el parque ya formado, se confeccionó un plan director que marcó las pautas autónomas organizativas de Vallparadís.























Terrassa fa un milió d'... by JordiTrujillo

lunes, 11 de noviembre de 2024

Rutes 2024




EL JARDÍ DE LA MEMÒRIA. 

El Cementiri de Terrassa és un espai d'art i història privilegiat, una ciutat jardí amb un patrimoni modernista i noucentista molt destacat. Amb amb històries de persones que han estat claus per a la ciutat i amb relats que defineixen qui som i qui hem estat.


Lloc: Entrada del Cementiri de Terrassa, Carretera de Montcada, 789.

Arribada amb cotxe particular o autobús (LH i L1)

Inscripció gratuïta a 3turons@3turons.cat


Organitza: Consell Municipal del Districte 2 

Col.labora: Funerària Terrassa

jueves, 12 de septiembre de 2024

Rutes saludables 2024 (distrito 2)

 

Cartuja de Vallparadís. Convento de Vall de Sant Jaume


En 1110, Ramon Berenguer III vendió un alodio situado en la parroquia de Sant Pere de Terrassa a Berenguer de Sala, obligando a este último a construir una fortaleza. El castillo estaba en construcción en 1123, y en 1130 su propiedad había pasado por herencia a Guillem de Terrassa, familia que mantuvo durante muchos años la propiedad del lugar. En 1344, Blanca de Centelles, una hija de Saurina de Terrassa, feudataria de Vallparadís, viuda y sin descendencia, dio el castillo a los cartujos para instituir un nuevo monasterio de esta orden, después de obtener la oportuna licencia de Pedro el Ceremonioso.

A pesar de las reformas, el castillo no reunía las condiciones necesarias para desarrollar la actividad propia de una cartuja y pronto se hizo patente que era necesario un cambio de ubicación en un lugar más adecuado. En 1413 vendieron el castillo a los carmelitas para poder adquirir la finca de Montalegre, en 1415 se formalizó la fundación de esta última, después de una bula del papa Benedicto XIII, emitida con el fin de facilitar el desarrollo de las dos cartujas cercanas, de Sant Pol del Maresme fundada sobre un antiguo priorato benedictino en el año 1269 y ésta de Sant Jaume de Vallparadís de Terrassa.

El establecimiento de los carmelitas fue posible gracias al mecenazgo de Bertran Nicolau, mercader de Barcelona que también intervino en otros establecimientos monásticos en aquella época: Sant Jeroni de la Murtra (Barcelonès) y el convento de Domus Dei de Miralles (Baix Llobregat), entre otros establecimientos beneficiados con donaciones. Esta casa continuó con el nombre de Vall de Sant Jaume, de época cartujana. Si la vida de la cartuja fue corta, la del convento carmelita fue aún más efímera: en 1423 se extinguió. El castillo fue adquirido por los Sentmenat, que fueron sus propietarios hasta el siglo XIX. El lugar ha sufrido muchas modificaciones, primero para adaptarlo a cartuja y más recientemente con la reconstrucción del siglo XX. Ahora es la sede del Museu de Terrassa.







Taller de escritura con herramientas de la epoca.

La labor del copista tuvo gran importancia social en el Antiguo Egipto, donde los escribas o copistas eran muy valorados en una sociedad cuya escritura jeroglífica era un saber al que accedían solo unos pocos, y por su necesidad para las clases dirigentes, ocupaban un alto lugar entre la jerarquía administrativa. El escriba, siempre de familia principal, aprendía de un escriba experimentado las enseñanzas de su oficio desde niño. Sentado en el suelo con las piernas cruzadas, el escriba egipcio utilizaba como soporte el papiro, elaborado tras un complicado proceso a partir la planta homónima, y usaba para escribir una pluma de caña o un tallo de la misma planta del papiro. La escritura adoptaba el sentido de derecha a izquierda en columnas verticales.

En lo que respecta a una de las características semánticas más importantes de la palabra copista, la de reproducción, difusión y conservación del libro mediante su copia, este oficio, que desempeñaban los siervos, comienza en Grecia, y más tarde en Roma. El dominus o señor hacía copiar a sus esclavos, con destino a su biblioteca particular, cualquier libro. Los libreros, que comercializaban estos manuscritos, también tenían un número variable de copistas a su cargo para atender sus necesidades de reproducción de libros.

El panorama cambia cuando son los centros monásticos los encargados de transmitir y salvaguardar el patrimonio de libros escritos. El amanuense medieval acostumbraba a escribir o aislado en su celda (el caso de los monjes cartujos y de los cistercienses) o en el scriptorium (escritorio), que era una dependencia común del monasterio acondicionada para tal fin, allí trabajaban muchos monjes o monjas a la vez. En esta sala los religiosos escribían habitualmente al dictado, o traducían los libros escritos en griego o en latín con lo que se podían efectuar varias copias simultáneamente. Era un trabajo ingrato, que obligaba a forzar la vista, debido a la luz pobre que en general penetraba en los monasterios medievales. Cada día el copista trabajaba en un fragmento del ejemplar o modelo encomendado, o bien podían trabajar varios copistas al mismo tiempo en un códice repartiéndose los cuaterniones o cuadernillos. Algunos de ellos se autoretrataron en los textos que escribían, como fue el caso de Guda, iluminadora alemana del siglo XII, que dejó constancia de su trabajo retratándose dentro de la letra mayúscula del manuscrito que copiaba.












Video por Pilar

Q-01 el castell by JordiTrujillo