En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento. Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado
Con ocasión de los posibles pactos de investidura estamos oyendo,
continuamente, que la incertidumbre política en España, consecuencia de
la interinidad en el proceso de la formación del Gobierno, tiene efectos
devastadores sobre el empleo por la falta de estabilidad política. Pero
nadie nos dice de qué tipo y calidad de empleo se trata.
A partir del análisis de los datos de la EPA obtenemos una primera
impresión del tipo de empleo que se está creando. En 2015, el empleo
aumentó en 525.000 (2,99%). Es un buen dato pero no conviene echar las
campanas al vuelo. Con una tasa de paro del 21,9% y, además, en el mes
de enero la Seguridad Social pierde más de 204.000 afiliados cotizantes,
nos confirma que todavía queda mucho por hacer. Dicho dato no puede
ocultar, por ejemplo, que más del 50% de estos empleos creados se
concentraron en trabajos precarios de baja calidad. Por otro lado, la
industria solo fue capaz de aglutinar el 5% del total de los empleos
creados.
El empleo creado no benefició a todos los grupos de edad por igual. Así,
se destruyó empleo entre los menores de 35 años (-54.000) mientras que
se creó entre los mayores de 35 años (579.000).
Por su parte, el paro ha bajado en mayor medida (678.000) que el empleo
(525.000). Ello es debido no solamente al aumento del empleo, sino, en
un 25%, por la disminución de la población activa (153.000 activos). Lo
habitual es que cuando crece el empleo el paro baje en la misma
cantidad.
Por otro lado, el balance del mercado laboral es mucho peor si se
analiza la legislatura por completo, ya que nos proporciona un vídeo y
no una foto fija. Así, los datos suministrados recientemente por la EPA
nos permiten analizar desde 2011 hasta el cuarto trimestre de 2015. Y en
consecuencia, podemos concluir que los resultados obtenidos confirman
lo publicado en anteriores artículos: en la presente legislatura aún no
se han recuperado los niveles de empleo previos a la crisis, se han
destruido 59.000 empleos y ha dejado un rastro de precarización del
mercado laboral y de los derechos de los trabajadores y trabajadoras sin
precedentes. Es decir, en 2015 tenemos menos empleos que en 2011.
Los empleos que se han creado son en su gran mayoría temporales, de mala
calidad, con una elevada precarización, de baja productividad y poco
cualificados y, sobre todo, menos que los empleos permanentes. Así, se
han destruido 250.000 empleos indefinidos, mientras los temporales
aumentan en 89.000 personas. De este modo, la tasa de temporalidad
aumenta en 0,9 puntos porcentuales, hasta situarse en el 25,7%.
Los ocupados a tiempo completo disminuyen (450.000 puestos de trabajo),
mientras crecen los ocupados a tiempo parcial (391.000), lo que ha hecho
aumentar la tasa de parcialidad (dos puntos porcentuales).
Es muy preocupante, por su importancia y su magnitud, que continúen
aumentando los parados de larga duración. Es una situación en la que
cada vez hay más parados durante más tiempo (60% del total, frente al
46% de 2011) al incrementarse en más de 200.000 personas.
Lo peor es que cada vez hay más personas desprotegidas, excluidas del
sistema de protección por desempleo (44,8%, frente al 30% en 2011), lo
que cronifica el problema y ello sí que es cierto que crea inestabilidad
en nuestra cohesión social. Ciertamente, la persistencia de la
incertidumbre podría tener efectos negativos sobre el empleo. Pero
dichos efectos serían en el tipo de empleo que muchos no deseamos, el
precario. Es imposible que los efectos negativos se dejen sentir en los
empleos de calidad, pues a duras penas se crean. Si se elimina la
incertidumbre hay que procurar sentar las bases para otro modelo
económico con empleos de calidad. El miedo a la incertidumbre no debe
servir de excusa para consolidar indefinidamente un modelo de relaciones
laborales precario y mucho menos con nuevas reformas estructurales. Por
todo ello, parece razonable responder al reto del desempleo con un
cambio en el modelo económico y laboral que priorice trabajos dignos y
de calidad. Una recuperación económica basada en la precariedad debilita
la productividad de las empresas y socava los pilares del Estado de
bienestar y la cohesión social. La habitual frase publicitaria que
habitualmente nos dicen: “Esto es mejor que estar parado”, es poco
seria.
Vicente Castelló es Profesor Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local
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